Nunca he sido muy de plantas. Incluso una vez conseguí matar una de plástico. Pero hace poco me ha dado la vena por montar un pequeño huerto urbano y comprobar si seré capaz de comer alguna verdura cultivada con mis propias manos.
Total, que después de ver ochocientos vídeos, leer tropecientos blogs, y aprenderme de memoria tecnicismo molones como «plantones», «vermiculita» o «humus de lombriz», ha llegado el día de empezar.
Y ese día ha sido hoy. Hemos pasado por el Fronda para hacernos con sustrato universal (al parecer con eso vale y no es necesario mezclar con fibra de coco ni humus de lombriz, al menos para las semillas), unos semilleros y varias semillas.
Entre las niñas, Cris y yo, hemos hecho acopio de lo que nos parecía que podría ser buen momento de cultivar. A saber: semillas de zanahoria, cebolla roja, rábanos y puerros, y plantitas ya algo crecidas (en semillero) de acelga, escarola y espárragos.
Con los espárragos creo que hemos pinchado en hueso, que he visto en algún sitio que tardan la leche en salir (¿será un sólo espárrago por planta?). Con las zanahorias creo que tampoco hemos acertado, porque por lo visto hay que dehjarlas en remojo una o dos horas antes de plantarlas. EL resto a saber.
Pero por algún sitio había que empezar, así que en plan Banzai, Alex y yo nos hemos puesto manos a la obra: hemos llenado de tierra los semilleros, así como los brics de leche y el bol de ensalada del Mc Donald’s (WTF!) que hemos limpiado y convenientemente perforado para el caso; hemos puesto las semillicas (un poco a huevo, 3 a 5 por semillero, salvo las judías, que son muy grandes), y finalmente hemos regado a conciencia (si algo me ha quedado claro, es que el agua es clave, que estén siempre bien empapuzadas) con nuestra botella-regadera casera.
Hemos tardado poco, lo hemos disfrutado, e incluso confieso que he pasado nervios con todo el trajín… ¿saldrá algo algún día, o esto va a ser un fiasco como una pianola? Ya veremos…
Este es el resultado.